Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sabato
El genio literario de Ernesto Sabato se evidencia en Sobre héroes y tumbas (Seix Barral 1961) de múltiples maneras, y en especial cuando el autor comienza su obra revelando el clímax de la novela en “Noticia Preliminar”. Allí revelará, en una crónica policial, el destino final de dos de los principales personajes: en el Mirador, Alejandra asesinará a su padre Fernando y luego se inmolará al consumir el fuego la residencia de los Olmos. Pero tal introducción lejos de restarle interés a la obra – ya el lector conoce el final – conlleva al autor precisamente a fortalecer su narrativa en base, no a lo que sucedió, sino a los supuestos porqués de los hechos que culminaron en el funesto día de junio de 1955. Y lo hace a través de la descripción del mundo interior de sus personajes, comenzando por Alejandra quien lleva una vida de sobresaltos como consecuencia de una perturbada mentalidad que la lleva a un constante comportamiento absurdo. Como cuando por capricho conoce a un chico llamado Martín, de apenas 17 años, en el parque Lezama en 1953. En cuanto a Fernando, su padre, poco se sabrá de él hasta la introducción del Informe sobre ciegos, el cual en la mitad de la obra, describe la conspiración de los ciegos contra la sociedad, todo un invento propio, revelando así la también turbulenta mente de Fernando Vidal Olmos.
El dominio del lenguaje literario y del idioma castellano resalta en cada página de esta maravillosa novela argentina y universal; permitiéndole a Sabato describir a sus personajes con la delicada precisión de un cirujano bisturí en mano. Los enmarca, a cada uno, en un único mundo interior el cual es inteligible solamente al personaje de referencia, lo cual a su vez causa una confrontación con cualquier otro ser humano en su interacción cotidiana. Tal interiorización representa la realidad del personaje y se contrapone a la dificultad de lector de poder comprender a las personas en la “vida real” pues en ella, se carece de la capacidad de conocer o comprender las interioridades de los demás. En el mundo “sabatiano”, la realidad del ser no es más que las intricadas y complejas emociones y pensamientos de la psique humana (cualquiera sea su origen), y este se manifiesta torpemente en los hechos o comportamiento del mundo exterior o “real”, siendo difícil comprender a las personas, o comprenderse estas entre sí.
Alejandra en uno de esos absurdos comportamientos, decide conocer a Martín, un delgado y melancólico chico, quien es a su vez físicamente fuerte pero anímicamente ingenuo, lo cual le permite a Alejandra imponer su dominante y angustiante personalidad. Para mal del chico, Martin se enamorará de ella con la fuerza del primer amor de la juventud, ese amor pendejo, a pesar del desprecio que ella le muestra. Martin aparece como un chico utilizado por Alejandra por un motivo que el lector deberá adivinar y terminará siendo esa relación como la mente de ella: odiado y amado a la vez, inverosímil y turbulenta. Esa misma contradicción la encontraba Martín en su vida propia, la existencia de él había comenzado, así como él mismo le confesara a Alejandra a partir de su madre-cloaca quien hizo lo imposible por abortarlo, pero que igual llegó a la vida. Si a eso se le pudiera llamar vida. Quizás esa vida contradictoria que era propio de sus orígenes era reflejada en la desordenada psique de Alejandra, como si se estuviera viendo en un espejo, y lejos de causarle un rechazo, lo atraía más a ella. A Martín no le hubiera sido fácil descifrar la vida de Alejandra, a no ser por la ayuda de Bruno, amigo de la infancia de Fernando quien le explicará al final del libro detalles de la vida de del padre y la madre de Alejandra, esta última de quien se había involucrado sentimentalmente.
Los antepasados de Alejandra pertenecían a una antigua y acomodada familia de aguerridos militares, los Olmos y los Acevedo, quienes habían participado en la guerra civil entre federales y unitarios en la argentina del siglo XIX, lo cual le permite a Sabato describir eventos de aquella lucha (en especial el general Lavalle en ruta a Bolivia) con una poesía patriota digna de admirar y le permite comparar la vida política y la historia argentina del los años cincuenta en el siglo XX con la del siglo anterior, eventos que marcan o perfilan el carácter contemporáneo de la Argentina de los 50s. Allí radica precisamente la belleza narrativa de esta novela, en la capacidad del autor de interiorizarse en la psique de sus personajes, explicar sus comportamientos, concatenándolos a singulares eventos históricos para pasar a emitir juicios de valor sobre la humanidad en general, su bondad y miseria; y en particular sobre la sociedad y la política local pero con alcance mundial, pues esos elementos de juicios bien podrían ser aplicables a cualquier otra sociedad en el mundo.
Aún así, Sobre héroes y tumbas es estrictamente porteña porque a la par de las magistrales descripciones de Martín y Alejandra caminando por las calles y lugares únicos de Buenos Aires se unen los vaivenes y destinos de multitudes de hombres y mujeres, provenientes del infinito mundo, quienes vieron en la gran ciudad el futuro de los sueños por cumplir o la ruina de un final desdichado, pero siempre con la melancolía propia de aquellas tierras, y sus héroes y sus tumbas. ¡Bravo Ernesto Sabato!

Angel Esteban